Un puñado de kilómetros pasando Lules, de norte a sur, y con los cerros tucumanos de fondo, tan pulcros como si la lluvia los hubiera preparado para una sesión de fotos de National Geographic, surge el barrio Banda Padilla. Así se conoce a esta zona “ampliación”, porque cerca de ahí está el Estación Padilla, cuyo nombre viene a colación de una vieja proveeduría de combustible entrada en desgracia, de persianas bajas ya. A diferencia del Estación, el Banda Padilla es casi un lugar de culto, una zona donde abundan los curiosos que van y vienen en lo que pueden por ese peligroso camino conocido hoy como ruta provincial 301, antes nacional 38.
El Banda Padilla está de moda, como antes quizás lo fue otro barrio lindante, que tiene familiares de Roberto Pereyra, o más acá (o allá) a los abuelos de Leonardo Pisculichi, ex River y campeón de la Copa Libertadores 2015, la misma que otro amigo del pago puede llegar a levantar si le va bien esta tarde en la revancha contra Boca de la súperfinal de la Copa Libertadores 2018.
Tucumano de nacimiento, tucumano por elección, tucumano hasta la médula, Exequiel Palacios es la joya del Banda Padilla, el hijo pródigo que a los pocos meses de ver la luz se mudó con papá Luis y mamá Mariela Rodríguez a Buenos Aires. Se fue por necesidad. Luis no conseguía trabajo. Él es el medio hermano mayor de los cuatro Maldonado que residen en el Banda Padilla, junto a la reina madre, la tía abuela Azucena Palacios, a quien Exequiel adora. Sus guisos de arroz con pollo, sus empanadas caseras, las pizzas, quizás todo eso ayude también a que Exequiel se haga conocer al mundo como el “Tucu”, pese a que se radicó en Hurlingham, provincia de Buenos Aires, cuando apenas tenía dos meses de vida.
“Ellos jamás cambiaron, siguen siendo igual que cuando se fueron”, el que elogia a Luis y a Mariela es Hernán Maldonado, el tercero de la línea de hermanos de Luis, que trabajó de 1.000 cosas diferentes, entre changas o convertirse en acompañante de camionero, después en camionero, fletero y en empleado de una fábrica de nebulizadores: todo sea por llevar el pan a la mesa y darle una mejor vida a Exequiel, primero y después a Agustín y a su hermano mellizo Lucas, quien lamentablemente falleció siendo bebé.
“Exequiel ha salido a sus padres. Es una persona maravillosa que adora estar en familia y con nosotros cuando viene”, la que no puede cerrar la boca es doña Azucena. El nieto le puede, pero sobre todo le encanta a ella que el dinero y la fama no haya cambiado a Exequiel. En el núcleo familiar Palacios-Maldonado-González todos son iguales. Todos colaboran con todos. Todos se ayudan entre sí.
Entre los casi 30 integrantes de la familia que hay en el Banda Padilla, el grueso es hincha de River, apenas unas cuantas “ovejas descarriadas son de Boca”, se ríen algunos al nombrarlo. Uno de los tíos “xeneizes” de “Exe” no tiene una camiseta del “Millonario”, pero también ligó: la de la Selección. Eso es suerte. “Es muy generoso, jamás deja de saludar a nadie y te hace saber que él es igual a vos. Todos los quieren. Es uno más en cualquier lado”, asegura el tío Carlos González no sin antes aclarar que lo que a él le importa es que a su sobrino le vaya bien. “Se lo merece, es un gran chico y todavía no llegó a su techo deportivo”.
En vísperas al partido más importante de la historia de River y de Boca, el grupo creado en Whatsapp para estar en contacto con los Palacios de Buenos Aires está, quizás, un tanto inactivo. No es cuestión de sumar adrenalina y nervios. “Cada vez que puedo le hablo, le hablamos, pero igual no es de aceptar muchos consejos, je”, relaja con el dato Hernán, uno de los que hace poquito regresó de Buenos Aires. No estará en la revancha porque no le dan los tiempos con su trabajo en una metalúrgica. Otro de los tíos, Mauricio es albañil, carpintero, y no puede ir. Hay una tía, Romina, que debe encargarse de los quehaceres del hogar y el otro tío, Nicolás, vive en Tafí del Valle. “Lo vamos a ver todos juntos en casa”, dice Azucena y cuenta que tiene la TV y el sistema premium para ver todos los partidos del fútbol argentino.
Su casa está rodeada por un terreno enorme. “Somos todos humildes, pero gracias a Dios no nos falta nada. A mí me da vergüenza pedirle algo a Exequiel. Ojalá Dios siempre los ilumine a ellos”, reza por los Palacios que están en Buenos Aires. Ahora viven en el partido de San Martín.
Lo que más llama la atención de la familia es el sentido de pertenencia al pago. “Así somos todos, muy unidos y tanto para nosotros como para ellos es difícil cuando vamos para Buenos Aires o ellos vienen para Tucumán. Terminamos llorando en cada despedida. El año pasado vinieron a pasar Navidad acá, no sabés de lindo que la pasamos”, confiesa la tía Romina. Hace poquito, Exequiel se ofreció a pagar íntegramente la fiesta de 15 años de Lourdes, una de sus primas. Le dijeron que no, que la fiesta se hacía en casa se Azucena. Él aportó a la causa, con dinero, pero sobre todo con presencia. Showman en las fotos.
La carrera
Exequiel Palacios es Exequiel Palacios, la gran joya de 20 años de River por la que, afirman, Real Madrid pagará cerca de 20 millones de euros, gracias a sus padres. De escasos recursos, humildes, Luis y Mariela empezaron a llevar a Exequiel a una escuelita de José León Suárez. Él tenía cuatro años cuando decidió no querer jugar al fútbol. “No le gustaba, le tenía miedo a la pelota, je”, revela Hernán. “Pasa que le pegaron un pelotazo en la cara y no quería saber nada después”.
A los 11, estando ya en River y habiendo absorbido horas y años de tren, ómnibus y caminatas, Pablo Esquivel, reclutador y DT de River, es el que lo promueve a Novena División. Ahí fue cuando empezó a alivianarse un poco el bolsillo para los Palacios: recibían una ayuda para movilidad; viáticos. “A Exequiel no le daban lugar en la pensión porque era de Buenos Aires. Entonces, era salir todos los días a las 5 de la mañana, tomar el tren, después un ómnibus y caminar muchísimo. Si no era Luis, porque estaba trabajando, Mariela lo llevaba, muchas veces en brazos para que no se canse Exequiel de tanto caminar”, cuenta con admiración Azucena.
Era salir de madrugada y volver a la medianoche a casa. Había un óasis en la Ciudaded de Buenos Aires. Un primo de Mariela trabajaba en un hotel cercano a River y a veces les podía dar asilo. “Sobre todo los fines de semana, cuando había partido y debían quedarse”.
La situación económica de los Palacios cambió gracias a la explosión deportiva de Exequiel. “Con lo primero que ganó, Exequiel le compró una casa a sus padres, donde él también vive. Es un poco más al centro, en la zona de San Martín. Antes ellos vivían cerca de una villa”, cuenta uno de los tíos. “Luis seguía trabajando, hasta que sufrió un asalto. Exequiel le prohibió que vuelva a hacerlo. Él está para todos, y a veces eso también es complicado, porque la gente no tiene filtro, te manguea constantemente”, confiesa Hernán.
Conquistó a “Napoléon”
Antes de convertirse en figura del 11 ideal de Marcelo Gallardo, Exequiel la corrió bien de atrás. “Napoleón” le había abierto las puertas del club para que siguiera su rumbo en otro lado. “No lo iba a tener en cuenta y se lo dijo cara a cara. Gallardo es un tipo que te habla mucho, que es sincero con todos los jugadores, por eso lo quieren tanto. Y mirá que es bien bravo en los entrenamientos, eh”, comenta Hernán.
Lo que siguió después de la declaración de “Napoleón” fue un llamado de Exequiel a su representante, Renato Corsi, para ver qué le convenía hacer. “Corsi le dijo que lo que él quiera hacer estaba bien”, agrega Hernán. “Me quiero quedar a pelear un lugar, porque soy jugador e hincha del club”, le dijo Exequiel a Gallardo. “Y bueno, lo demás es conocido ¿no? Jugó un partidazo en Chile, después empezó a ganarse un lugar en el equipo; llegó la Selección y ahora esta finalísima de la Libertadores. Ojalá que le vaya bien. Lo merece”, pide Hernán, el que habla por el resto de los Palacios-Maldonado-González y lleva una camiseta de River, con el apellido Palacios en la espalda. El apellido más famoso y querido del barrio Banda Padilla.